El electrocardiograma (ECG) es una prueba que registra la actividad eléctrica del corazón (Figura 1) que se produce en cada latido cardiaco. Esta actividad eléctrica se registra desde la superficie de la piel del paciente y se dibuja en un papel mediante una representación gráfica o trazado, donde se observan diferentes ondas que representan los estímulos eléctricos de los atrios y los ventrículos (cámaras del corazón).
Se usa para medir el ritmo y la regularidad de los latidos, el tamaño y posición de los atrios y ventrículos, cualquier daño al corazón y los efectos que sobre él pueden tener ciertos fármacos o dispositivos implantados en el corazón (como marcapasos o desfibriladores). Las alteraciones en el ECG son imprescindibles para la detección y análisis de las arritmias cardiacas. También resulta muy útil en los episodios de síndrome coronario agudo, como el infarto de miocardio.